El plagio continúa siendo un problema generalizado en los cursos universitarios. Varias universidades del mundo cuentan con políticas encaminadas a evitarlo y es común que las facultades empleen una serie de estrategias con el objetivo de detectar a quienes lo hacen.
Sin embargo, el problema persiste. Un estudio llevado adelante en una universidad de Australia –donde es responsabilidad de los alumnos conocer y seguir la política de integridad académica– reveló que solo el 50 % de los estudiantes leyó la política. El 80 % dijo comprender su significado, pero cuando se les solicitó identificar un conjunto de comportamientos asociados a la deshonestidad académica, sus respuestas indicaron confusión e incomprensión del término “plagio” y otras formas de “trampas” que ocurren en los cursos y en el campus.
¿Será que nuestros esfuerzos por prevenir el engaño nos han hecho olvidar también la promoción de la integridad académica?
Otro estudio halló que los estudiantes entendían que no debían plagiar, pero no estaban seguros por qué. Dichos estudiantes evadían el plagio para evitar las sanciones del profesor, no porque realmente entendieran los perjuicios morales.
No puedo olvidar el comentario de un estudiante que comparó el plagio con el exceso de velocidad: "Se sabe que no se debe exceder el límite de velocidad, pero lo hace casi todo el mundo, porque la mayoría de las veces no te descubren". Si mucha gente lo hace y nadie lo considera un delito grave, entonces nuestros esfuerzos para evitar las “trampas” no han podido transmitir la importancia de la integridad académica.
El tema se ha convertido en una cuestión de poder, donde los profesores usan las “armas” para alcanzar a unos pocos “tramposos”, mientras que el resto elude orgullosamente las consecuencias. Lo que se ha perdido en el proceso es el reconocimiento a la integridad personal.
Si quisiéramos equilibrar mejor los esfuerzos de prevención del plagio y la promoción de la integridad académica, ¿qué podríamos hacer? Podríamos hablar más acerca de la importancia de la integridad personal. ¿Estamos discutiendo con los estudiantes el daño y las consecuencias que el plagio puede significarles para su autoestima? Los “tramposos” se mienten a ellos mismos y les mienten a los demás. El plagio puede mejorar un puntaje pero, a la larga, los costos son altos. Hacer trampa es una conducta adictiva, no se detiene en un examen o un curso. Y no termina en la graduación.
Podríamos hablar más sobre el papel de integridad académica en el avance del conocimiento. ¿Qué pasaría si plagiar fuera una práctica habitual en los investigadores, engañando o tergiversando los resultados de sus estudios? Las implicancias de la integridad académica pueden comenzar citando una fuente no consultada, pero puede acabar con la credibilidad comprometida y, a veces, con carreras destruidas.
Los profesores necesitan ser modelos de integridad académica. Pequeñas acciones como las que citamos pueden demostrar el significado de integridad académica en la vida del aula: devolver las correcciones de los trabajos en el tiempo prometido, mantener las horas de consulta establecidas, dar respuestas dentro del tiempo especificado, reconocer los errores y corregirlos…
Veo dos barreras en relación a lo que estoy proponiendo aquí, en términos de cómo podemos abordar el desequilibrio entre la prevención de las trampas y la promoción de la integridad académica. En primer lugar, necesitamos ejemplos más concretos de acciones que los profesores pueden hacer para promover la integridad académica.
En segundo lugar, considero que, en vez de hablar de la importancia de la integridad académica, deberíamos optar por algo más potente: realizar una actividad que permita a los estudiantes descubrir el significado por sí mismos. Hay actividades específicas que permiten demostrar por qué es importante la integridad académica, tanto personal como profesionalmente.
The article "Promoting Academic Integrity: Are We Doing Enough?", by Maryellen Weimer, PhD, April 22, 2015, is translated with permission of Magna Publications. Magna Publications grants ORT University Uruguay permission to translate this article into Spanish. “Reprinted with permission”.