Mano con un celular y detrás una computadora
Ideas clave para el aprendizaje

Impartir más cantidad de contenido no asegura el aprendizaje

“Las dos estrategias más comunes para la gestión de los contenidos del programa –recortarlos o agregar temas nuevos– raramente producen resultados positivos”, asegura la Magíster en Educación Nicki Monahan.

“Si enseñamos a investigar y a desarrollar las habilidades de pensamiento crítico, nuestros estudiantes desarrollarán la capacidad para hacer frente a la sobrecarga de información, un problema que es poco probable que desaparezcan en un futuro cercano”, agrega.

Con la enorme cantidad de información que hoy en día poseemos, los profesores podemos sentirnos abrumados por todo lo que hay que enseñar. Ante los nuevos conocimientos que van emergiendo en cada disciplina académica, sentimos una enorme responsabilidad de estar al día y de asegurar que nuestros estudiantes también lo estén.

A esta explosión de la información se añade el deseo apasionado que sentimos por compartir los conocimientos con los estudiantes, sin darnos cuenta que estamos haciendo crecer los contenidos como la hidra mítica de la leyenda griega. Y así como el esfuerzo de Hércules por cortar una de las nueve cabezas de Hydra hacía crecer dos en su lugar, los profesores luchamos, infructuosamente, por dominar el crecimiento de los contenidos.

Las dos estrategias más comunes para la gestión de contenidos (recortarlos o agregar contenidos nuevos) raramente producen resultados positivos. En el primer caso, estas decisiones son difíciles de tomar y, en el segundo, los estudiantes terminan agotados, sin lograr el aprendizaje profundo y significativo que la mayoría de nosotros aspira.

Tal vez sea el momento de repensar el papel del contenido en la enseñanza y en el aprendizaje. Una nueva perspectiva de este problema incluye pensar en dos cuestiones:

  • El rol de profesores y de los estudiantes
  • Reconsiderar la naturaleza del diseño curricular.

Rol del docente

El docente como "experto en contenido" suena familiar y es una posición bastante cómoda para la mayoría de nosotros. Hemos pasado muchos años adquiriendo conocimientos en una disciplina y puede que esto nos haga renuentes a renunciar a esta posición.

Sin embargo, este papel conduce invariablemente a un modelo de enseñanza que pone la transmisión de información en el corazón de lo que hacemos. Y si bien el acceso a conocimientos es esencial en el aprendizaje, no es la finalidad del mismo.

Lo que nuestros estudiantes necesitan de nosotros es el apoyo para "navegar en las aguas" de un "océano de información". Tal como el curador del museo analiza y documenta todos los materiales disponibles antes de seleccionar las mejores representaciones de una colección, nuestros estudiantes también necesitan aprender las habilidades necesarias para revisar y evaluar distintas fuentes de información, ser capaces de diferenciar lo que es pertinente y fiable de lo que no lo es, así como saber el por qué.

Si enseñamos a investigar y a desarrollar las habilidades de pensamiento crítico, nuestros estudiantes desarrollarán la capacidad para hacer frente a la sobrecarga de información, un problema que es poco probable que desaparezcan en un futuro cercano.

El redireccionamiento de nuestro papel de “experto” en contenido, hacia “curador” de contenido, conduce a una nueva perspectiva docente. En lugar de "cubrir" contenido, el profesor es quien debe enseñar a usar los contenidos –cuidadosamente seleccionados–a los estudiantes, para ayudarlos a desarrollar las competencias de su disciplina o de su profesión. Así, por ejemplo, los estudiantes de historia aprenden a usar fuentes primarias y a pensar como los historiadores, mientras que los estudiantes de biología utilizan un enfoque científico para probar una hipótesis.

Rediseño del currículo

Cuando se cambia el foco y se pasa a ser facilitador del uso de contenido, el diseño curricular también es interpelado, pasando de una cuestión de determinar "qué" enseñar, a una cuestión de determinar "cómo" facilitar el aprendizaje. Claro que habrá que seguir tomado decisiones en cuanto al contenido, pero desde una perspectiva diferente.

En la obra "Diversificar el papel que desempeña el contenido curso", Maryellen Weimer sugiere un escenario diferente. Nos pide que imaginemos que nos encontramos con un estudiante, cinco años después de que tomara tu curso. ¿Qué desearíamos que ese estudiante recuerde del curso? ¿Que sea capaz de citar información o que se acuerde de los conceptos claves que fueron los que transformaron su pensamiento? La autora propone que estos conceptos claves deberían ser la piedra angular sobre la cual deberíamos organizar nuestro plan de estudios.

Además de reconocer la importancia de entender los conceptos claves, los estudiantes también habrán de descubrir que no es el conocimiento en sí mismo lo que tuvo mayor impacto en sus vidas, sino la capacidad para aplicar ese conocimiento: utilizar una fórmula para resolver un problema, o adoptar un modelo teórico para producir un producto terminado. Si comenzamos por esto, al diseñar nuestro plan de estudios, entonces, el contenido se convierte en un vehículo por el cual ayudamos a los estudiantes a aplicar lo que han aprendido.

Este enfoque es una herramienta vital en la batalla contra el dominio de contenido. Si miramos hacia el futuro y consideramos cuidadosamente los resultados que queremos que nuestros estudiantes sean capaces de lograr al finalizar nuestro curso, entonces, podemos realizar un diseño curricular que no empiece por definir los contenidos, sino por elaborar las actividades de aprendizaje que ayudarán a los estudiantes a lograr los resultados esperados.

Si seguimos considerando el contenido que necesita ser cubierto, en lugar de pensar en el combustible necesario para un aprendizaje significativo, estamos destinados a luchar contra una batalla perdida.

Leer el artículo original (en inglés).


The article “More content doesn´t equal more learning”, by Nicki Monahan, October, 12th, 2015, is translated with permission of Magna Publications. Magna Publications grants ORT University Uruguay permission to translate this article into Spanish. “Reprinted with permission”.