Es evidente que muchos de nuestros estudiantes no han desarrollado la autodisciplina que se requiere para encontrar tiempos y espacios para la lectura académica. Si les preguntamos, muchos dirán: “No tengo tiempo”, “leo, pero poco”, “leer me cansa” o “prefiero ver videos tutoriales, que me expliquen mejor que el profesor”.
Debemos reconocer que los jóvenes pasan mucho tiempo navegando en internet y siempre están conectados. La tecnología está llenando cada vez más campos; también el educativo. Muchos de los contenidos que impartimos en las clases están en diversas plataformas o resumidos en un video de YouTube, con menos de una hora de duración.
Sin embargo, si queremos propiciar un aprendizaje activo, en donde el estudiante sea el protagonista y pueda realizar ciertas actividades para movilizar sus estructuras mentales, habrá que considerar la puesta en acción de algunas estrategias sencillas, pero potentes:
1. Indicar una bibliografía realista
Muchas veces, la bibliografía del curso es muy exhaustiva y parece que está indicada más para los colegas, que para los estudiantes de grado. Además, hay que considerar que en el semestre hay varios cursos, en los cuales se espera que los estudiantes también realicen lecturas.
Recomendaciones:
- Indicar una bibliografía obligatoria accesible, pertinente y acotada.
- Indicar la lectura de los capítulos más relevantes, que estén relacionados con los temas del programa.
2. Acompañar la lectura con una actividad
Decirle a los estudiantes: “Lean XX tema, que está en el libro XX, porque lo vamos a ver la próxima clase”, y pretender que lo hagan, es un poco ilusorio. Seguro que algunos lo harán, pero la mayoría se descansará en que el profesor va a “dar” el tema en clase. Para fomentar la lectura, será necesario plantear un desafío, algo que motive la lectura.
Recomendaciones:
- Elaborar algunas actividades que deberán realizar los estudiantes, relacionadas con la bibliografía del curso, para motivar la lectura.
- Las actividades pueden ser diferentes en relación a su complejidad, pero incluso actividades sencillas pueden ser potentes. Por ejemplo, destacar dos conceptos y explicar la razón de su selección, elaborar una síntesis y/o mapa conceptual, o responder a dos preguntas del texto.
3. Subir las actividades a la plataforma Aulas
La plataforma Aulas debe ser un espacio de intercambio y no un mero ámbito donde se sube el programa, las presentaciones del curso o la bibliografía.
Recomendaciones:
- Solicitar a los estudiantes que suban las tareas a la plataforma.
- Sugerir que pueden ser realizadas en grupos.
- Plantear que todos los que las realicen, tendrán un puntaje extra por “participación en clase”.
- No necesariamente el docente deberá corregir las tareas de todos los estudiantes; podrá seleccionar algunas al azar y comentarlas en clase.
Consideramos que este tema debería ser conversado entre los coordinadores académicos y los equipos docentes, a efectos de ajustar criterios.
Desde el punto de vista pedagógico, se tratan de estrategias potentes que no solo facilitan el aprendizaje, sino que también ayudan a que el estudiante sea más participativo y desarrolle el hábito del aprendizaje autónomo, que es el que va a utilizar a lo largo de su vida profesional.