¿Qué es?
Es una forma de potenciar la capacidad del estudiante de aprender por sí mismo, a través de la realización de actividades de aprendizaje que complementen las que realiza habitualmente en la clase.
En definitiva, se trata de:
- Un instrumento que el profesor pone en manos del estudiante, para orientarlo en la adquisición de conocimientos cuyo grado de complejidad es relativo y en la que estos se encuentran representados en abundante bibliografía.
- Una relación de actividades y tareas que el estudiante debe realizar (búsqueda de conocimientos, resolución de problemas, desarrollo de habilidades) de modo secuencial.
- Un compromiso de trabajo que responsabiliza al estudiante a realizar, de forma independiente, su aprendizaje.
Esta metodología no reemplaza al profesor, sino que lo hace asumir un rol diferente, dándole la responsabilidad de ser un “coach”. Este proporciona orientación sobre las fuentes más idóneas para buscar la información. Además, es un guía del proceso de aprendizaje del estudiante, puesto que le indica una serie de actividades que debe realizar para lograr, por sí mismo, los objetivos curriculares.
¿Para qué se usa?
- Se utiliza cuando se quiere promover, en el estudiante, la capacidad de dirigir, regular y evaluar la forma de aprender.
- El estudiante aprende sin dependencia directa del profesor: investiga, analiza, consulta fuentes, organiza materiales, sintetiza ideas, elabora informes.
- Es una forma de iniciar al estudiante en el método de la educación permanente, que consiste en estudiar durante toda la vida profesional.
¿Cómo facilitarlo?
El aprendizaje autónomo necesita de un material que ayude al estudiante a “guiar” su estudio, por eso, esta metodología requiere que el profesor elabore las llamadas “guías de estudio”.
Cuando el método de aprendizaje autónomo está mediado por una guía, se establece una nueva relación profesor-estudiante, haciendo que los alumnos sean más independientes y responsables de su propio trabajo.
Además, se trata de una herramienta eficaz de motivación, para aprender y más importante: aprender a aprender.
La guía de estudio como herramienta para el aprendizaje autónomo
Los componentes básicos de una guía de estudio son:
1. Presentación
Se explica el propósito general de la guía y se plantean –si es necesario– algunas consideraciones generales para la mejor comprensión de los contenidos a estudiar.
2. Bibliografía
Todo contenido que se estudie en forma autónoma debe estar referido a una bibliografía básica y a una complementaria. En otras palabras, a compilaciones de lecturas o materiales seleccionados, para trabajar los diferentes contenidos del curso.
3. Objetivos
La guía de estudio debe especificar, claramente, los objetivos a lograr. Serán redactados utilizando verbos operativos, como por ejemplo: “comparar”, “describir”, “resumir”, “dibujar”.
4. Actividades de aprendizaje
La guía incluye actividades o tareas para que el estudiante trabaje y actúe sobre los contenidos, con la finalidad de desarrollar las capacidades y competencias planteadas en el curso.
5. Autoevaluación
Refiere a una serie de ejercicios de autoevaluación, a realizar por el estudiante, para verificar la comprensión y el aprendizaje del tema. Puede presentarse, por ejemplo, en forma de cuestionario, ejercicio o problema.
Ver también:
- Rol del docente y del estudiante en la guía de estudio
- Ejemplo nº1 de la guía de estudio
- Ejemplo nº2 de la guía de estudio
Elaborado por Liliana Jabif (2007). Extraído de “La docencia universitaria bajo un enfoque de competencias”. Ed. U. A. Ch.