Mano con un celular y detrás una computadora
Métodos y técnicas de enseñanza

Aprendizaje basado en problemas

¿Qué es?

El Aprendizaje Basado en Problemas (ABP) comenzó a desarrollarse en la Facultad de Medicina de la McMaster University, en Canadá, a comienzos de los años 60, y se ha extendido hacia otras áreas, tales como la economía, la administración o las ciencias sociales.

Cuando se habla de ABP se puede estar haciendo referencia a un currículo diseñado en base a la resolución de problemas o a un método de enseñanza.

De acuerdo con esta última acepción, el ABP refiere a un método, donde los estudiantes trabajan –en forma autónoma y en grupos pequeños– con una mínima dirección del profesor, para analizar y resolver un problema seleccionado de la realidad.

¿Para qué se usa?

Se utiliza para que los estudiantes identifiquen y resuelvan situaciones problemáticas de la disciplina, elaboren juicios y tomen decisiones, fomentando el razonamiento y el análisis reflexivo.

Algunas de sus ventajas:

  • Favorece la generación de confianza y el sentido de la responsabilidad, al permitir que el estudiante encuentre respuestas individuales a la realidad que lo rodea.
  • Facilita el desarrollo de hábitos de autoaprendizaje, así como el trabajo en grupos.
  • Desarrolla la capacidad de comunicación y la interacción personal.
  • Respeta la autonomía del estudiante.

Componentes claves del ABP

Elementos que componen el método:

1. Descripción y definición del problema

Se seleccionan problemas sobre hechos o fenómenos, relacionados entre sí, vinculados al contexto profesional.

Un problema bien formulado es aquel que motiva al estudiante de tal manera, que lo provoca a buscar información, para dar con la solución al problema.

Una breve historia, seguida de un número limitado de dilemas, unas cuantas palabras claves y un título atractivo, son los elementos fundamentales de esta fase del proceso.

2. Discusión en grupos

Es la parte medular del ABP, puesto que allí se analizan los problemas, se elaboran los objetivos de aprendizaje, y se intercambian ideas sobre los hallazgos que van ocurriendo, como resultado del aprendizaje individual.

Una técnica muy utilizada, para esta fase, es la lluvia de ideas, dado que ayuda a formular la hipótesis y a construir el modelo.

3. Guía del docente o tutor

El docente debe actuar como un guía, estimulando y activando el pensamiento, a través de preguntas, sugerencias y aclaraciones.

Al mismo tiempo, tiene que conocer la esencia y la estructura del problema, pero no necesariamente debe ser un experto en todas las disciplinas. Lo más importante es que conozca las dinámicas que se producen en un grupo de aprendizaje y que pueda observar los comportamientos, guiar la discusión y controlar que se realicen los registros necesarios.

4. Estímulo de conocimientos previos

Es necesario verificar los conocimientos previos que los alumnos tienen sobre el tema, para lograr los objetivos de aprendizaje propuestos. La razón está en que cuando no son suficientes, es difícil explicar el problema.

5. Generación de preguntas y motivación

Cuando se constata que las explicaciones de los estudiantes son insuficientes, los docentes deben elaborar preguntas que sirvan para motivar a los alumnos a buscar más información y a desarrollar nuevas ideas.

6. Elaboración de los objetivos de aprendizaje

Las dudas que se constatan en el grupo son registradas por el profesor, para formar parte de los objetivos de aprendizaje. Es decir que, a los objetivos ya programados, se agregarán éstos, emergentes del trabajo grupal.

7. Autoaprendizaje

En esta fase, los estudiantes se abocan a estudiar por su cuenta, teniendo en cuenta no sólo la bibliografía de apoyo indicada, sino también la variedad de recursos e información disponible, de gran ayuda para resolver los problemas.

8. Informe al grupo tutorial

Una forma de integrar el conocimiento –y verificar que la información que se obtuvo cumpla con los objetivos– es reportar, en el grupo, los hallazgos. En este momento, puede ser necesario reconceptualizar el problema.

9. Evaluación

El ABP permite realizar una retroalimentación al proceso de aprendizaje puesto que, cada etapa, puede ser evaluada por el docente y por los alumnos –con los criterios determinados por el docente, al inicio del proceso–.

Evaluación del aprendizaje por el docente

El docente deberá evaluar la preparación, organización y aportación de cada uno de los estudiantes, en los procesos de grupo, así como en el proceso individual de autoaprendizaje. De esta forma, se pueden rectificar errores.

El ABP permite evaluar, por una parte, una serie de capacidades complejas de pensamiento y de acción, tales como:

  • la reflexión y el análisis.
  • el planteamiento de la hipótesis.
  • la recogida de información y la organización de la misma, para la resolución del problema.
  • la calidad de las estrategias de solución y los caminos utilizados para resolver el problema.
  • las soluciones encontradas y los efectos o consecuencias de aplicación.

Por otra parte, a través de este método también se evalúa:

  • el trabajo en equipo: la integración responsable, la actitud entusiasta, la apertura para aprender de los demás, entre otras cuestiones.
  • la comunicación oral y escrita: la escucha, la argumentación, la discusión eficaz, la redacción de un informe escrito, por ejemplo.

Autoevaluación y coevaluación

La autoevaluación es el proceso de valoración, que hace el alumno sobre sí mismo. Allí se reflexiona sobre lo que se ha aprendido –en relación con los objetivos del problema o curso– y sobre lo que todavía falta por aprender.

La coevaluación –evaluación entre pares– puede realizarse a través de un formulario guía. En el mismo, se presentan una serie de categorías para evaluar a los compañeros, así como para reflexionar sobre el trabajo realizado.


Ver también:

Elaborado por Liliana Jabif (2007). Extraído de “La docencia universitaria bajo un enfoque de competencias”. Ed. U. A. Ch.